Se acerca el fin de un año que se podría catalogar como curioso. Ya habrá tiempo de analizar las subidas y bajadas tecnológicas de un curso donde la guerra televisiva se disputa bajo demanda o la realidad aumentada o virtual entra en nuestros hogares en forma de videojuego.
Mientras, hagamos un ejercicio de añoranza. Quien no ha sido niño y ha imaginado como sería el futuro, un futuro fechado para más señas en el siglo XXI. Pues ya estamos metidos de lleno en ese futuro desconcertante, y no, los coches no vuelan como en la saga ‘Regreso al futuro’.
Aunque quizá nunca lleguemos a ese extremo (¿quién sabe?), quizá lo más parecido a aquellos sueños futuristas dibujados en nuestras mentes adolescentes, sean los vehículos autónomos. Y a punto de finalizar 2016, Google y Uber se disputan la pole position de la autonomía. Abróchese los cinturones, despegamos.
Empecemos por el gigante de Mountain View. Alphabet, matriz de Google, después de siete años de investigación, da un nuevo paso y por fin anuncia que el proyecto de vehículo autónomo estará bajo el paraguas de una empresa completamente independiente en su estructura corporativa. La filial motorizada se llamara Waymo (versión abreviada de ‘un nuevo camino en la movilidad’).
Que Google (o Alphabet) haya independizado a Waymo de su matriz tiene un sentido comercial. Necesariamente el gran objetivo que deberá asumir la unidad dirigida por John Krafcik (con pasado en Hyundai) es demostrar que es viable a nivel de comercial. Eso sí, de cara a la galería, el valor cuantitativo se convierte en servicio a la sociedad: ‘No estamos en el negocio de fabricar coches mejores, queremos hacer mejores conductores’.
La apuesta por la inteligencia artificial aplicada en la movilidad ha sido uno de los grandes retos de Google en los últimos años, presentando diferentes fórmulas que les han ayudado a aprender y consolidar un proyecto en el cual tienen puestas muchas esperanzas. Recordemos el despliegue del coche koala (pequeños desplazamiento a 80 km / h) que usan de forma voluntaria sus empleados en su sede principal.
Google no está solo en el mercado de la automoción autónoma. ¿Competencia? De momento han dado señales de vida Tesla y Uber, que tiene el aval de General Motors.
Tras varios meses de pruebas, el vehículo autónomo de Uber desembarca en las calles de San Francisco. En una primera fase, los modelos disponibles son Volvo XC90. En el exterior tienen una cámara y diferentes sensores en el techo y en el interior existen diferentes pantallas que ayudarán a los integrantes del vehículo a tener un mayor control de la situación.
Una de las preguntas que se han hecho los usuarios interesados es saber cómo debe de ser la distribución en el interior del vehículo. Lo único claro es que siempre deberá de ir una persona en el asiento del conductor, que se encargará de controlar los comandos y en caso de cualquier imprevisto pueda tomar el control del coche.
La opción de conducción autónoma para los cliente interesados será opcional (es importante destacar que únicamente funciona de día). Quien tenga acceso a una de las unidades disponibles (hay un centenar en circulación), ya en el interior, si la ruta indicada aparece fuera de los márgenes de la configuración estándar, los usuarios deberán utilizar los vehículos adaptados (Volvo) al modo clásico.
¿Precio? A diferencias de muchas corrientes que pronosticaban costes futuristas, Uber ha confirmado que el importe final para el usuario será el mismo que si contratase el servicio con chofer.
Pero… ¿quién dijo que en el futuro las cosas serían fáciles? Tras el desembarco de Uber por las calles de San Francisco, el Estado California notifica a la empresa que debe de detener su actividad de vehículos autónomos ya que no tiene los permisos necesarios. Por su parte, Uber reconoce que no ha pedido permiso a las autoridades pertinentes en ningún momento. Básicamente, según ellos, porque no lo necesitan. Se justifican que dichos permisos no aplican en vehículos donde van personas que pueden hacerse con el control del coche cualquier momento.
Mientras tanto, empresas como Telsa o Google (principal competencia de Uber) sí que han procedido a solicitar los permisos necesarios, siéndoles concedidos por el ‘Departamento de Vehículos a Motor’. Otro de los contratiempos que se ha encontrado Uber tras el anuncio de su novedoso servicio, es un vídeo grabado por un taxista de San Francisco donde se observa como uno de los vehículos de la flota se salta un semáforo (y para más colmo, mientras un peatón cruzaba un semáforo). Mala suerte, sin duda.
Pero para mala suerte la de Tesla. La empresa presidida por el indomable Elon Musk (nuevo asesor del temido Donald Trump), ha tenido el infortunio de ser la primera propuesta autónoma que se ha cobrado la vida de un usuario. Joshua Brown, dueño de un Tesla Model S (40 años, Ohio), falleció de forma abrupta tras estampar su vehículo contra un camión. Mientras veía Harry Potter, cruel destino. Aunque el azar siempre es imprevisible, la muerte de Brown ha sido un fuerte golpe para Tesla (y para la industria en generar), ya que a pesar de la gran cantidad de cámaras y sensores que poseen los vehículos, ni el conductor ni el sistema detectaron la parte trasera del camión.
Y es cuando se abre un debate ético sobre la necesidad de apostar por modelos autónomos donde la inteligencia artificial facilitar la vida al usuario. La imprevisibilidad de los peatones en la toma de decisiones y la responsabilidad en caso de accidente son puntos que siguen generando dudas ante un usuario que siempre de primeras será reacio al cambio
2 Comentarios
Nestor1
dic 17 2016 11:33
Alfonso
dic 17 2016 21:57
Me da pena por Tesla, soy fan de su tecnología y son los mejores en coches que te quedas loco de la velocidad que tienen siendo eléctricos.